El glaucoma en el ojo es una enfermedad que avanza en silencio. La clave para su tratamiento, está en saber detectar el glaucoma a tiempo, ya que muchas personas no saben que lo padecen hasta que el daño ya es irreversible.
Hacerse una prueba de glaucoma no duele, es rápida y puede ayudarte a preservar tu visión durante muchos años. En este artículo te explicamos cómo se detecta el glaucoma y qué pruebas oftalmológicas son las más utilizadas para diagnosticarlo.
¿Por qué es tan importante detectar el glaucoma a tiempo?
Aunque el glaucoma puede parecer una enfermedad lejana o poco relevante si no hay molestias evidentes, lo cierto es que su mayor peligro está precisamente en ese silencio.
A continuación, te explicamos por qué es tan difícil de detectar en sus primeras etapas y por qué esperar a tener síntomas puede ser un error.
- En sus primeras fases, la mayoría de los pacientes no percibe ningún cambio visual, ni dolor, ni molestias evidentes. El daño comienza en la periferia, un área que no solemos notar fácilmente en el día a día.
- Progresivamente se va perdiendo visión periférica. Las fibras del nervio óptico se destruyen debido a una presión intraocular elevada, no hay forma de regenerarlas por lo que se sufre un deterioro que no se puede recuperar, lo que convierte al glaucoma en una de las principales causas de ceguera irreversible en el mundo.
Es esencial no esperar a tener síntomas y realizar revisiones periódicas, especialmente a partir de los 40 años o si hay antecedentes familiares. Un diagnóstico precoz permite iniciar tratamientos que pueden frenar la progresión de la enfermedad y evitar una operación de glaucoma.
Pruebas para diagnosticar glaucoma
Detectar el glaucoma a tiempo requiere un examen oftalmológico completo. No existe una única “prueba del glaucoma” definitiva, sino que el diagnóstico se basa en un conjunto de evaluaciones que analizan tanto la presión intraocular como el estado del nervio óptico y el campo visual. Cuanto más completo sea el estudio, más preciso será el diagnóstico y más eficaz el tratamiento posterior.
Tonometría
La tonometría es una de las pruebas más utilizadas para detectar el glaucoma, ya que mide la presión dentro del ojo (presión intraocular). Un valor elevado puede ser un signo de riesgo, aunque no siempre indica glaucoma por sí solo.
Existen varios tipos de tonometría, siendo la más común la tonometría de aplanación de Goldmann. En ella, se aplica una gota anestésica y se mide la presión con un instrumento que aplanará ligeramente la superficie del ojo. Esta prueba es rápida, indolora y esencial para el diagnóstico precoz.
Gonioscopia
La gonioscopia permite observar el ángulo iridocorneal, que es la zona por donde se drena el humor acuoso (líquido del interior del ojo). Su evaluación es crucial para diferenciar entre glaucoma de ángulo abierto y de ángulo cerrado, ya que el tratamiento puede variar en función del tipo.
Para realizarla, se utiliza una lente especial que se apoya sobre el ojo previamente anestesiado. Esta prueba proporciona información clave para decidir si el flujo del humor acuoso está comprometido y qué tipo de intervención puede ser necesaria.
Campimetría visual
La campimetría evalúa si el paciente ha perdido parte del campo visual, especialmente en la periferia. En el glaucoma, esta pérdida suele ser progresiva y difícil de percibir por el propio paciente hasta que ya está avanzada.
Durante la prueba, el paciente debe pulsar un botón cada vez que percibe una luz en distintas zonas del campo visual, mientras mantiene la vista fija en un punto central. Los resultados permiten al oftalmólogo detectar escotomas (zonas de visión reducida o nula) y valorar la evolución de la enfermedad con el tiempo.
Examen del nervio óptico y OCT
El nervio óptico es el principal afectado por el glaucoma, por lo que su análisis detallado es fundamental. La observación directa mediante oftalmoscopia permite detectar signos de daño, como el aumento de la excavación papilar (una señal típica del glaucoma).
Además, la OCT (Tomografía de Coherencia Óptica) es una prueba de imagen de alta precisión que permite analizar el grosor de las fibras nerviosas y detectar atrofia antes de que aparezcan síntomas visuales. Es especialmente útil para el seguimiento de pacientes diagnosticados.
Otras pruebas complementarias
Además de las pruebas principales, hay otras complementarias que ayudan a precisar el diagnóstico. La pupilometría analiza el comportamiento de las pupilas ante estímulos luminosos, lo cual puede ofrecer información adicional en ciertos casos de glaucoma.
La paquimetría corneal mide el grosor de la córnea. Este dato es importante porque puede alterar la lectura de la presión intraocular. Por ejemplo, una córnea muy fina puede hacer que la presión medida parezca más baja de lo que realmente es, enmascarando un glaucoma.
¿Con qué frecuencia debo hacerme una prueba de glaucoma?
Depende principalmente de la edad, los antecedentes familiares y otros factores de riesgo. A continuación, te indicamos cuándo es recomendable acudir al oftalmólogo para un control preventivo, incluso si no notas ningún problema de visión.
Recomendaciones según edad y factores de riesgo
- A partir de los 40 años: se aconseja realizar una revisión ocular completa al menos cada 2 años, incluso si no hay síntomas ni antecedentes familiares. A esta edad comienza a aumentar el riesgo de padecer glaucoma de ángulo abierto, el tipo más común.
- A partir de los 60 años: se recomienda una revisión anual, ya que el riesgo se incrementa con la edad. A esta edad, la detección precoz es aún más importante para evitar pérdidas visuales irreversibles.
- Si tienes factores de riesgo como antecedentes familiares de glaucoma, presión intraocular elevada, miopía alta, diabetes o tratamiento prolongado con corticoides, las revisiones deberían ser anuales o incluso semestrales, según indicación del oftalmólogo.
¿Quién debe revisar su visión cada año?
En todos estos casos, una revisión anual con pruebas como la tonometría, la OCT o la campimetría puede marcar la diferencia entre mantener la visión o sufrir daños irreversibles.
- Personas con padres, hermanos o abuelos diagnosticados de glaucoma.
- Pacientes con enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión o enfermedades cardiovasculares.
- Personas con alta miopía o hipermetropía.
- Pacientes que han sufrido traumatismos oculares.
- Personas que usan corticoides de forma prolongada, especialmente en gotas oftálmicas.
Diagnóstico y tratamiento en Oftálica
Contamos con un equipo de oftalmólogos especializados en la detección temprana y el tratamiento del glaucoma, utilizando tecnología de última generación para realizar todas las pruebas diagnósticas necesarias.
Cada paciente recibe una evaluación personalizada para determinar el mejor enfoque terapéutico, ya sea con colirios, tratamientos láser o cirugía mínimamente invasiva. Detectar el glaucoma a tiempo puede marcar la diferencia entre conservar la visión o perderla de forma irreversible.