Operación PRK: Mejora tu Visión sin Lentes Correctivos

Los problemas de refracción, como la miopía y el astigmatismo están cada vez más presentes en la vida de las personas. El constante uso de pantallas o la larga exposición al sol, son los causantes de que, según estima la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el 2050, más del 50% de las personas tendrán problemas en la vista

Por suerte, existen técnicas que permiten «ver el mundo» mejor. En este caso, hablamos de la operación PRK. Al igual que otras técnicas que emplean el láser, su objetivo es corregir los problemas de refracción mediante la modificación de la curvatura de la córnea, la cual es la principal causa de la mayoría de casos de miopía leve.

¿Qué es la operación PRK y cómo funciona?

La Operación PRK tiene sus orígenes en la década de 1980 y es considerada como uno de los primeros procedimientos de cirugía ocular con láser para corregir problemas de refracción. El concepto detrás de la PRK fue desarrollado por el oftalmólogo griego Ioannis Pallikaris, quien fue uno de los pioneros en el campo de la cirugía refractiva.

En la Operación PRK, se utiliza un láser excímer para remodelar la córnea, la parte transparente y externa del ojo, para corregir los errores refractivos. A diferencia del Lasik, que crea un flap (una fina capa) en la córnea para acceder al tejido subyacente, en la PRK no se crea un flap, sino que se retira la capa más superficial de la córnea antes de aplicar el láser. Esta capa removida luego se regenera naturalmente durante el proceso de curación.

Preparación para la cirugía ocular PRK

El proceso comienza con una primera consulta con el especialista. Allí, se realizarán exámenes minuciosos de la vista para determinar si el paciente es, o no, apto para llevar a cabo una cirugía ocular PRK. 

Antes de someterse a esta cirugía, hay que evitar utilizar gafas o lentillas los días antes, ya que estos pueden cambiar la forma de la córnea de forma temporal y, en el momento de la intervención, tiene que estar en su forma natural. Además, tampoco se recomienda el uso de maquillaje o cremas en la zona de los ojos. 

Antes de la cirugía, se realizarán pruebas adicionales para medir la forma y el grosor de la córnea, lo que ayudará a determinar la cantidad de tejido corneal que se debe eliminar durante la PRK.

El procedimiento de la operación PRK paso a paso

El procedimiento de la operación PRK se realiza generalmente en un entorno ambulatorio y suele llevar unos 15 a 20 minutos por ojo.

El primer paso es la administración de gotas oftálmicas anestésicas para adormecer la superficie del ojo y reducir cualquier incomodidad durante la cirugía. 

Después, el oftalmólogo utiliza un instrumento quirúrgico especial o una solución de alcohol diluido para suavizar y retirar completamente el epitelio, la capa más externa de la córnea.

Un láser excímer se usa para remodelar la forma del estroma de la córnea. El láser emite pulsos ultravioleta fríos y precisos que eliminan pequeñas cantidades de tejido corneal sin dañar el tejido circundante.

Por último, se coloca una lente de contacto terapéutica en el ojo para proteger la córnea recién tratada y facilitar la cicatrización.

Recuperación y cuidado postoperatorio

Durante los primeros días, es común experimentar una visión borrosa y molestias oculares. 

Después de la cirugía, tu oftalmólogo te proporcionará un régimen de cuidado postoperatorio, que incluirá la prescripción de gotas oculares para promover la curación y reducir cualquier incomodidad. También es posible que te receten analgésicos para aliviar el malestar durante los primeros días de recuperación.

Además, se debe evitar:

  • Frotarse los ojos
  • Proteger tus ojos de la luz intensa

Beneficios y riesgos de la operación PRK

La operación PRK ofrece varios beneficios para las personas que desean corregir sus problemas de visión:

Es importante tener en cuenta que la cirugía PRK no garantiza un resultado del 100% en todos los casos, y también existe la posibilidad de que puedan surgir complicaciones

Diferencias entre la PRK y Lasik

La PRK y el Lasik son dos procedimientos de cirugía refractiva con láser para corregir problemas de visión. 

  • La PRK no crea un flap corneal, mientras que el Lasik sí.
  • La recuperación después de la PRK puede ser más lenta y molesta debido a la regeneración del epitelio removido.
  • El Lasik ofrece una recuperación más rápida y con menos molestias. La PRK es adecuada para córneas más delgadas y pacientes no aptos para Lasik. 

Así, la técnica PRK está indicada para pacientes que:

  • Presenten sequedad en los ojos
  • Tengan córneas delgadas
  • Practiquen deportes de contacto en los cuales podrían darles un golpe en el ojo 

A pesar de haber sido superada en popularidad por el Lasik, la PRK todavía se utiliza en muchos casos, especialmente cuando existen contraindicaciones para el Lasik o en pacientes con ciertas características oculares específicas. La evolución y el desarrollo continuo de la cirugía refractiva han brindado a muchas personas la oportunidad de corregir sus problemas de visión de forma segura y efectiva.

Más sobre la operación de ojos PRK

La operación PRK se realiza bajo anestesia local, por lo que no deberías sentir dolor durante el procedimiento. Sin embargo, es normal experimentar molestias o sensación de ardor en los ojos durante la recuperación.

El tiempo de recuperación varía, pero generalmente se necesitan varias semanas para que la visión se estabilice completamente. Tu oftalmólogo te proporcionará instrucciones detalladas sobre el cuidado postoperatorio y los plazos de recuperación.

Para conseguir una recuperación perfecta hay que seguir una serie de consejos:

  • Evitar frotarse los ojos
  • Usar gafas de sol
  • Evitar actividades físicas durante las primeras semanas
  • No nadar en piscinas
  • No usar maquillaje o productos de cosmética en la zona de los ojos

Sí, ofrece una corrección duradera de la visión.

Sin embargo, debido al envejecimiento es posible que la visión sufra algunos cambios.

Como resultado, la respuesta a la cirugía puede variar de una persona a otra. Es fundamental entender que no se puede garantizar un resultado del 100% en todos los casos, ya que cada individuo tiene características oculares únicas que influyen en la recuperación y el resultado final.

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