En muchos casos, una operación de glaucoma puede frenar su avance y preservar la visión. Según la Asociación Mundial del Glaucoma, aproximadamente una de cada 200 personas a los 40 años lo padece, cifra que asciende hasta el 12,5 % en mayores de 80 años. A nivel global, más de 78 millones de personas conviven actualmente con esta enfermedad ocular silenciosa y progresiva.
Gracias a los avances médicos y a las técnicas quirúrgicas más modernas, hoy es posible abordar el glaucoma con procedimientos cada vez menos invasivos y con mejores tasas de éxito. Si te estás planteando esta opción, a continuación, explicamos todo lo que necesitas saber sobre la cirugía del glaucoma: en qué consiste, qué tipos existen, cuáles son los riesgos, cómo es el postoperatorio y qué resultados puedes esperar.
¿Cuándo se recurre a la operación de glaucoma?
Aunque el tratamiento del glaucoma suele comenzar con colirios y medicamentos orales para controlar la presión intraocular, en algunos casos estas medidas no son suficientes. La cirugía se convierte entonces en una opción necesaria para frenar la progresión de la enfermedad y evitar daños irreversibles en el nervio óptico.
Cuando no funciona el tratamiento médico
La primera línea de tratamiento para el glaucoma consiste en fármacos hipotensores, normalmente en forma de gotas oftálmicas, que ayudan a reducir la presión intraocular. Sin embargo, algunos pacientes no responden adecuadamente a estos medicamentos, ya sea por falta de eficacia o por intolerancia a los efectos secundarios.
En estos casos, si la presión ocular sigue siendo elevada, el riesgo de pérdida de visión aumenta considerablemente, y el oftalmólogo puede indicar una cirugía. La decisión suele ser el resultado de una evaluación rigurosa de la evolución del paciente, basada en pruebas periódicas de campo visual, OCT y tonometría.
Factores que determinan si se recomienda operar
La indicación de una operación de glaucoma depende de múltiples factores individuales. Entre los más importantes se encuentran el tipo de glaucoma (de ángulo abierto, de ángulo cerrado, congénito, secundario…), el nivel de presión intraocular, el grado de daño en el nervio óptico y la respuesta previa a tratamientos médicos o láser. También se valora la edad del paciente, su calidad de vida y la velocidad con la que progresa la enfermedad.
No todos los glaucomas se comportan igual ni evolucionan al mismo ritmo. Por eso, en Oftálica realizamos una valoración integral antes de recomendar una cirugía.
Objetivos de la cirugía de glaucoma
El principal objetivo de una operación de glaucoma ocular es reducir de forma sostenida la presión intraocular, ya que esta es la principal causa del daño progresivo en el nervio óptico.
A diferencia de los tratamientos médicos, que requieren un cumplimiento estricto y diario, la cirugía busca un control más estable y duradero en el tiempo, con menor dependencia de colirios.
Es importante entender que la operación no cura el glaucoma ni recupera la visión ya perdida, pero sí puede evitar que el deterioro continúe. Cuanto antes se realice en los casos indicados, mayores serán las probabilidades de conservar la visión funcional del paciente. Por eso, el diagnóstico precoz y el seguimiento personalizado son claves para decidir el mejor momento para intervenir.
¿Cómo es la operación de glaucoma?
Existen distintas técnicas quirúrgicas, algunas más invasivas y otras más conservadoras, que permiten adaptar el tratamiento a cada paciente según el tipo y el grado de avance de la enfermedad. Siempre se trata de una intervención segura, realizada por especialistas en cirugía ocular.
Técnicas quirúrgicas más utilizadas
Existen varios tipos de cirugía para tratar el glaucoma, y la elección de una u otra depende de cada caso. Las más comunes son la trabeculectomía y la trabeculoplastia láser, aunque también se emplean técnicas más modernas como los dispositivos de drenaje o las cirugías mínimamente invasivas (MIGS).
Todas ellas buscan un objetivo común: reducir la presión intraocular facilitando el drenaje del humor acuoso del ojo.
¿Qué tipo de anestesia se utiliza?
La operación de glaucoma suele realizarse bajo anestesia local, lo que significa que el paciente permanece despierto, pero no siente dolor en el ojo durante la intervención. Se aplica una combinación de gotas anestésicas o, en algunos casos, una pequeña inyección periocular para asegurar la comodidad total durante la cirugía.
En situaciones especiales, como en pacientes muy nerviosos o con dificultad para colaborar, se puede recurrir a una sedación suave o incluso a anestesia general, aunque esto no es lo habitual. El uso de anestesia local permite una recuperación más rápida y reduce los riesgos asociados a procedimientos anestésicos más complejos.
¿Cuánto dura la operación de glaucoma?
La duración de una operación de glaucoma puede variar según la técnica utilizada, pero en general se trata de procedimientos relativamente cortos. Una trabeculoplastia láser puede durar entre 10 y 15 minutos, mientras que una trabeculectomía o la colocación de un implante de drenaje suelen llevar entre 30 y 60 minutos.
Aunque el tiempo quirúrgico es reducido, hay que tener en cuenta que el proceso completo incluye la preparación previa, la cirugía en sí y el tiempo de recuperación postoperatoria inmediata en la clínica, que puede extenderse durante unas horas antes de recibir el alta.
¿Se trata de una cirugía ambulatoria?
En la mayoría de los casos el paciente puede volver a casa el mismo día, pocas horas después de la intervención. Esto es posible gracias al uso de anestesia local y a que el procedimiento no requiere ingreso hospitalario salvo en situaciones especiales.
Sin embargo, es fundamental contar con acompañamiento el día de la operación, ya que no se podrá conducir ni realizar actividades normales inmediatamente después.
Tipos de cirugía: trabeculoplastia vs trabeculectomía
Cuando se opta por una operación de glaucoma, una de las decisiones clave es elegir la técnica quirúrgica más adecuada.
¿Qué es la trabeculoplastia láser?
La trabeculoplastia láser es una técnica mínimamente invasiva que se utiliza principalmente en pacientes con glaucoma de ángulo abierto. Consiste en aplicar energía láser sobre la malla trabecular del ojo, una estructura encargada del drenaje del humor acuoso, para mejorar su funcionamiento y favorecer la salida del líquido ocular. Como resultado, se reduce la presión intraocular sin necesidad de incisiones ni puntos.
Este procedimiento se realiza en consulta o en quirófano ambulatorio, dura apenas unos minutos y no requiere hospitalización. Generalmente, se trata de una opción muy segura y con una recuperación rápida, aunque sus efectos pueden disminuir con el tiempo, por lo que en algunos casos puede ser necesario repetir la intervención o pasar a una cirugía más invasiva si la presión vuelve a elevarse.
¿Qué es la trabeculectomía?
La trabeculectomía es una intervención quirúrgica más tradicional y profunda, indicada cuando otras medidas no han sido efectivas para controlar el glaucoma. En este procedimiento, el cirujano crea una abertura en la esclera (la parte blanca del ojo) para que el líquido pueda salir y disminuir así la presión ocular absorbiéndose en una zona segura, lo que permite disminuir de forma más estable la presión intraocular.
Aunque es más invasiva, ofrece un control más duradero y efectivo en muchos pacientes. Requiere cuidados postoperatorios más intensos y un seguimiento estrecho durante las primeras semanas, pero sigue siendo una de las cirugías de referencia para glaucomas avanzados o resistentes a otros tratamientos.
Diferencias entre ambas técnicas
La principal diferencia entre ambas cirugías radica en su nivel de invasividad y en cómo actúan sobre el sistema de drenaje ocular. La trabeculoplastia láser no requiere incisiones ni puntos; simplemente estimula con láser el tejido trabecular para mejorar su funcionamiento. En cambio, la trabeculectomía implica una intervención quirúrgica en el ojo para crear una vía de salida alternativa del humor acuoso.
Otra diferencia importante es el tiempo de recuperación y el riesgo de complicaciones. La trabeculoplastia suele tener un postoperatorio mucho más sencillo y con menos riesgos, pero sus resultados pueden ser menos duraderos. La trabeculectomía, aunque más exigente en el postoperatorio, tiende a ofrecer un control más prolongado de la presión ocular.
¿Cuál es más efectiva y cuándo se indica cada una?
Ambas técnicas son eficaces, pero su indicación depende del tipo de glaucoma, el estado del ojo y la respuesta del paciente a tratamientos previos.
- La trabeculoplastia láser suele recomendarse como primera opción quirúrgica en glaucomas leves o moderados que no han respondido a los colirios
- Mientras que la trabeculectomía se reserva para casos más avanzados o cuando la presión intraocular no se puede controlar con otros medios.
En Oftálica, la elección entre una técnica y otra se realiza tras un estudio personalizado de cada paciente. El objetivo siempre es preservar la visión con el menor riesgo posible y asegurar una presión ocular estable a largo plazo, adaptando la cirugía a las necesidades concretas de cada ojo.
Riesgos y posibles secuelas de una operación de glaucoma
Aunque la cirugía es generalmente segura y sus beneficios superan ampliamente los riesgos, como en cualquier procedimiento quirúrgico existen posibles complicaciones que conviene conocer.
Complicaciones más frecuentes
Tras una operación de glaucoma, es habitual experimentar molestias leves como lagrimeo, sensación de cuerpo extraño o visión borrosa durante los primeros días. Estos síntomas suelen ser transitorios y forman parte del proceso natural de cicatrización.
También es común observar enrojecimiento ocular, sensibilidad a la luz o pequeños cambios en la visión que se estabilizan con el tiempo.
Entre las complicaciones más frecuentes, aunque generalmente leves, destacan las pequeñas hemorragias subconjuntivales, la inflamación ocular (uveítis postoperatoria) y el aumento o descenso transitorio de la presión intraocular.
En la mayoría de los casos, estas situaciones se controlan fácilmente con medicación tópica y un seguimiento adecuado por parte del oftalmólogo.
Riesgos específicos de cada técnica
La trabeculoplastia láser, al ser un procedimiento no invasivo, conlleva un riesgo bajo de complicaciones. A veces, puede provocar un aumento temporal de la presión ocular en las horas posteriores a la intervención o una inflamación leve, pero ambos efectos se controlan habitualmente con medicación sin mayores consecuencias.
En cambio, la trabeculectomía implica riesgos más relevantes, ya que se trata de una cirugía invasiva. Entre sus posibles complicaciones están las infecciones oculares (endoftalmitis), la formación de cicatrices que bloqueen el drenaje creado, la hipotonía ocular (presión demasiado baja) o el sangrado intraocular. Aunque poco comunes, estas situaciones requieren un control oftalmológico estricto durante el postoperatorio para actuar con rapidez si se presentan.
¿Puede haber pérdida de visión tras la operación?
La pérdida de visión tras una operación de glaucoma es poco frecuente, pero no imposible. Puede producirse en casos excepcionales, sobre todo si se presentan complicaciones como infecciones graves, sangrados importantes o una presión ocular descontrolada después de la cirugía. No obstante, con una buena técnica quirúrgica y un seguimiento riguroso, el riesgo es muy bajo.
Es importante recalcar que la cirugía no recupera la visión ya perdida, sino que busca evitar un mayor deterioro. Por eso, cuanto antes se realice la intervención en casos indicados, más probable será preservar la visión funcional del paciente.
Cuidados después de la operación de glaucoma
El éxito de una cirugía para tratar el glaucoma depende también del seguimiento estricto de las indicaciones médicas durante el postoperatorio. En esta fase es fundamental cuidar el ojo operado, evitar esfuerzos innecesarios y aplicar correctamente la medicación prescrita.
Qué hacer y qué evitar en los primeros días
Durante los primeros días tras la cirugía es normal experimentar visión borrosa, lagrimeo, sensación de arenilla o leve enrojecimiento ocular. Para facilitar la recuperación, conviene seguir estas recomendaciones:
- Evitar cualquier tipo de contacto con el ojo operado: Es crucial evitar tocar, frotar o presionar el ojo tratado para prevenir infecciones y daños en la zona intervenida.
- No aplicar agua en el ojo operado: Durante el período de recuperación, se debe evitar mojar el ojo con agua o cualquier otra sustancia líquida para permitir una cicatrización adecuada.
- Evitar levantar objetos pesados: Es recomendable evitar levantar cargas pesadas para evitar un aumento brusco de la presión intraocular, lo que podría interferir en la recuperación.
- No inclinar el cuerpo ni agacharse: Durante las primeras etapas del postoperatorio, es importante evitar movimientos que generen una presión excesiva en el ojo tratado, como inclinarse o agacharse.
- No conducir ni leer: En las primeras etapas del postoperatorio, la visión puede estar afectada y, por tanto, se debe evitar conducir y leer para evitar el esfuerzo ocular.
- Descansar la vista: No leer ni utilizar pantallas durante los primeros días, y no conducir hasta que el oftalmólogo lo autorice.
- Dormir boca arriba o del lado contrario al ojo operado, para evitar presión directa.
- Usar gafas de sol en exteriores: Protegen de la luz intensa y evitan que entre polvo o partículas irritantes.
Medicación y gotas postoperatorias
Tras la operación, el oftalmólogo prescribirá un tratamiento con gotas oftálmicas que suele incluir antiinflamatorios, antibióticos y, en algunos casos, hipotensores oculares. Es crucial aplicar estas gotas con la frecuencia indicada, respetando los horarios y la técnica de administración para garantizar su eficacia y prevenir infecciones o complicaciones.
No se debe suspender ni modificar ninguna medicación sin aprobación médica, incluso si los síntomas mejoran rápidamente.
Visitas de seguimiento y control postoperatorio
El seguimiento médico es una parte esencial del proceso de recuperación. El oftalmólogo evaluará la evolución de la presión ocular, el estado de la cicatrización y la eficacia del drenaje creado por la cirugía. Estas revisiones permiten detectar a tiempo cualquier complicación y ajustar el tratamiento si fuera necesario.
En Oftálica, programamos controles desde el primer día postoperatorio y durante las semanas siguientes para asegurar que todo evoluciona correctamente. Cumplir con estas citas es clave para garantizar el éxito a largo plazo de la intervención.
Tiempo de recuperación y resultados
Uno de los aspectos que más preocupa a quienes se someten a una operación de glaucoma es saber cuándo volverán a ver con normalidad, cuánto tiempo estarán de baja y qué pueden esperar realmente de la intervención.
¿Cuándo mejora la visión?
Después de una operación de glaucoma, es normal que la visión esté borrosa durante los primeros días o incluso semanas. Esto se debe al proceso inflamatorio natural del ojo y a la acción de las gotas postoperatorias.
En la mayoría de los casos, la visión comienza a estabilizarse a partir de la segunda o tercera semana, aunque la recuperación completa puede tardar hasta seis semanas o más, dependiendo de la técnica utilizada y de la respuesta individual del paciente.
Es importante recordar que el objetivo principal de la cirugía no es mejorar la agudeza visual, sino reducir la presión intraocular para preservar la visión que aún se conserva. Si el glaucoma ya ha causado daños irreversibles en el nervio óptico, esos déficits visuales no se recuperarán, pero sí se podrá evitar que la enfermedad continúe avanzando.
¿Cuánto dura la baja laboral?
El tiempo de baja tras una operación de glaucoma varía según el tipo de intervención, el tipo de trabajo del paciente y la evolución postoperatoria. En procedimientos como la trabeculoplastia láser, que son poco invasivos, algunas personas pueden retomar sus actividades en pocos días, especialmente si no implican esfuerzo físico ni exposición a riesgos para el ojo.
En cambio, tras una trabeculectomía u otras cirugías más invasivas, lo habitual es recomendar entre dos y cuatro semanas de baja laboral. En profesiones que implican esfuerzo físico, exposición a polvo o contacto con pantallas prolongado, este tiempo puede extenderse.
El oftalmólogo será quien determine cuándo es seguro volver al trabajo en función de la evolución de cada paciente.
¿Cuándo se considera exitosa una operación?
Cuando se logra reducir la presión intraocular a niveles seguros sin necesidad de recurrir a múltiples fármacos, y se estabiliza el daño en el nervio óptico. En términos clínicos, el éxito se evalúa mediante mediciones de presión ocular, revisiones del campo visual y observación directa del fondo de ojo a lo largo del tiempo.
Las estadísticas indican que entre el 70 % y el 90 % de las intervenciones consiguen este objetivo en el primer año tras la cirugía. Sin embargo, el control del glaucoma es una carrera de fondo, y el seguimiento a largo plazo sigue siendo imprescindible. La constancia en las revisiones y el cumplimiento de las pautas médicas son fundamentales para mantener los buenos resultados obtenidos con la cirugía.
Operarse del glaucoma en Oftálica
Somos expertos en el tratamiento quirúrgico del glaucoma. Nuestro compromiso es ofrecerte una experiencia segura, humana y efectiva desde la primera consulta hasta el alta definitiva.
Cirujanos especialistas en glaucoma
Contamos con un equipo de oftalmólogos especializados en glaucoma, con amplia experiencia en cirugía ocular y en el manejo de casos complejos. Cada intervención es realizada por profesionales que se dedican exclusivamente a esta subespecialidad, lo que garantiza un conocimiento profundo de la patología y una ejecución quirúrgica precisa.
Nuestros cirujanos, como el Dr. José Isidro Belda, participan activamente en congresos, formación continua y estudios clínicos, lo que nos permite estar al día de las últimas técnicas y aplicar protocolos personalizados para cada paciente. Si necesitas operarte del glaucoma, estás en manos expertas.
Tecnología quirúrgica avanzada
En Oftálica utilizamos tecnología quirúrgica de última generación, tanto para intervenciones láser como para cirugías filtrantes o con dispositivos de drenaje. Esto nos permite actuar con máxima precisión, minimizar riesgos y acortar los tiempos de recuperación.
Disponemos de quirófanos propios especializados en cirugía oftalmológica, equipos de diagnóstico de alta resolución y plataformas láser de última generación. Gracias a esta infraestructura, podemos abordar desde glaucomas incipientes hasta casos avanzados con soluciones personalizadas.
Atención personalizada y seguimiento completo
En Oftálica te acompañamos antes, durante y después del proceso. Desde la primera visita te asignamos un especialista que estudiará tu caso en profundidad, resolverá tus dudas y planificará contigo cada paso. Nos implicamos para que te sientas seguro y bien informado en todo momento.
El seguimiento postoperatorio es igual de importante que la operación. Por eso, programamos controles periódicos para valorar la evolución, ajustar el tratamiento si es necesario y asegurar que los resultados se mantengan en el tiempo. Nuestra prioridad es preservar tu visión y tu calidad de vida a largo plazo.