Hipermetropía: qué es, causas, síntomas y tratamiento

Hipermetropía: qué es, causas, síntomas y tratamiento

La hipermetropía es uno de los defectos visuales más comunes y afecta a millones de personas en todo el mundo. Se produce cuando el ojo no puede enfocar correctamente los objetos cercanos, lo que provoca que la imagen se forme detrás de la retina en lugar de sobre ella. El resultado es una visión borrosa de cerca, aunque los objetos lejanos suelen percibirse con relativa nitidez.

A continuación, te explicamos de forma sencilla cómo funciona el ojo hipermétrope, qué factores provocan este trastorno refractivo y cuáles son los tratamientos más eficaces para recuperar una visión nítida y cómoda en el día a día.

¿Qué es la hipermetropía?

La hipermetropía es un defecto de refracción del ojo que impide enfocar con claridad los objetos cercanos. Ocurre cuando la imagen de lo que miramos se forma detrás de la retina en lugar de directamente sobre ella, lo que genera una visión borrosa de cerca y, en algunos casos, también a media distancia.

La hipermetropía se manifiesta en tareas cotidianas como leer, escribir, usar el móvil o trabajar frente al ordenador. En los niños y jóvenes, el ojo puede compensar parcialmente el problema mediante un esfuerzo adicional de enfoque (acomodación), pero con el tiempo esta capacidad disminuye, apareciendo síntomas como cansancio visual, dolor de cabeza o dificultad para concentrarse.

¿Cómo funciona el ojo hipermétrope?

En un ojo normal, los rayos de luz que entran atraviesan la córnea y el cristalino, convergiendo en un punto exacto sobre la retina, que es la capa sensible que transforma la luz en imágenes.

Sin embargo, en el caso de la hipermetropía, el globo ocular es más corto de lo habitual o la córnea tiene una curvatura demasiado plana, por lo que la luz se enfoca detrás de la retina.

Este pequeño desequilibrio óptico provoca que los objetos cercanos se perciban desenfocados. El ojo intenta compensarlo tensando el cristalino para mover el punto de enfoque hacia la retina, pero ese esfuerzo constante termina generando fatiga ocular y visión borrosa intermitente. Cuanto mayor sea la hipermetropía, más difícil será mantener una visión nítida sin ayuda óptica.

Causas de la hipermetropía

Puede tener distintos orígenes, aunque en la mayoría de los casos se debe a una característica anatómica del ojo. Comprender las causas es clave para establecer el tratamiento más adecuado.

Forma del ojo

Es la causa más frecuente, en las personas hipermétropes, el globo ocular es ligeramente más corto de lo normal, o la córnea tiene una curvatura demasiado plana. Como resultado, los rayos de luz que entran al ojo convergen detrás de la retina, generando una imagen borrosa de los objetos cercanos.

Incluso una variación mínima en la longitud axial del ojo puede provocar un error refractivo notable. Por eso, este tipo de hipermetropía simple suele detectarse durante la infancia o adolescencia, cuando el ojo todavía está en desarrollo.

Factores hereditarios y desarrollo ocular

La genética desempeña un papel importante en la aparición de la hipermetropía.
Si uno o ambos padres son hipermétropes, existe una mayor probabilidad de que sus hijos también lo sean. Además, durante el desarrollo ocular, algunos niños nacen con cierto grado de hipermetropía fisiológica que suele disminuir con el crecimiento. Sin embargo, cuando el ojo no alcanza la longitud o curvatura adecuadas, el defecto persiste y puede requerir corrección óptica.

En la mayoría de los casos, la hipermetropía no está relacionada con hábitos o exposición a pantallas, sino con la estructura anatómica heredada del ojo.

Cambios en el cristalino o cirugía ocular

Aunque menos común, la hipermetropía también puede desarrollarse a lo largo de la vida debido a alteraciones en el cristalino o a procedimientos quirúrgicos previos.
Con la edad, el cristalino puede perder parte de su poder de enfoque, generando una leve hipermetropía adquirida. Asimismo, ciertas cirugías oculares, como la operación de cataratas o intervenciones refractivas, pueden modificar la forma o el índice de refracción del ojo, provocando un cambio hacia la hipermetropía.

Síntomas de la hipermetropía

Pueden variar según la edad y el grado del defecto visual. Detectar estos signos a tiempo es fundamental para evitar complicaciones y mejorar la calidad de vida visual.

Visión borrosa de cerca

El síntoma más característico de la hipermetropía es la visión borrosa o poco definida de los objetos cercanos. Leer un libro, mirar el móvil o coser puede resultar difícil, especialmente tras varios minutos de esfuerzo. En algunos casos, también puede haber una pérdida de nitidez intermitente en la visión lejana, sobre todo cuando la graduación es alta o no está corregida.

Esta dificultad para enfocar se debe a que el ojo intenta constantemente ajustar el enfoque, lo que termina agotando el sistema visual.

Fatiga ocular y dolores de cabeza

La fatiga ocular es uno de los síntomas más frecuentes. Al intentar compensar el defecto de enfoque, los músculos ciliares trabajan de forma continua, generando tensión en la zona ocular y frontal. Este esfuerzo constante puede derivar en dolores de cabeza, sensación de presión detrás de los ojos y lagrimeo, especialmente al final del día o tras tareas de lectura prolongadas.

Estos síntomas suelen intensificarse en ambientes con poca luz o con uso prolongado de pantallas.

Dificultad para leer o concentrarse

Las personas con hipermetropía suelen notar dificultad para mantener la atención visual en tareas cercanas, ya que el ojo se fatiga rápidamente al intentar enfocar. Es común tener que interrumpir la lectura con frecuencia, perder la línea de texto o alejar los objetos para verlos con mayor claridad.

En niños, esta falta de concentración puede confundirse con desinterés o bajo rendimiento escolar, cuando en realidad se trata de un problema visual no diagnosticado como la hipermetropía infantil.

Estrabismo en niños no diagnosticados

En los niños, la hipermetropía no corregida puede provocar estrabismo (desviación de uno de los ojos). Esto ocurre porque el sistema visual realiza un esfuerzo excesivo para enfocar los objetos cercanos, lo que obliga a los músculos oculares a trabajar de forma desigual.

El estrabismo infantil asociado a hipermetropía puede afectar al desarrollo visual y a la coordinación binocular si no se trata a tiempo. Por ello, es esencial realizar revisiones oftalmológicas desde los primeros años de vida, incluso aunque no existan síntomas evidentes.

Diagnóstico de la hipermetropía

Se basa en un examen oftalmológico completo que permite evaluar cómo el ojo enfoca los objetos a diferentes distancias. Dado que este defecto puede pasar desapercibido, las revisiones periódicas son fundamentales para detectarlo a tiempo.

Examen de agudeza visual

Es la primera prueba que se realiza para evaluar la calidad de la visión. Consiste en identificar letras o símbolos a diferentes distancias, lo que permite detectar si existe dificultad para ver de cerca o de lejos.
En los pacientes con hipermetropía, la visión lejana puede parecer normal, pero la nitidez disminuye en la lectura cercana, lo que orienta al oftalmólogo sobre la presencia de este defecto refractivo. Esta prueba es rápida, indolora y sirve como punto de partida para un diagnóstico más preciso.

Retinoscopia y autorefractometría

Son técnicas objetivas que permiten determinar con precisión el grado de hipermetropía.

  • En la retinoscopia, el especialista ilumina el ojo con un instrumento llamado retinoscopio y observa cómo la luz se refleja en la retina. El patrón del reflejo indica si el ojo es miope, hipermétrope o presenta astigmatismo.
  • En la autorrefractometría, el paciente mira a través de un dispositivo digital que mide automáticamente cómo se enfocan los rayos de luz dentro del ojo. Es una prueba rápida, segura y muy útil para obtener una primera estimación de la graduación.

Ambas pruebas suelen realizarse de forma complementaria para confirmar los resultados y garantizar un diagnóstico fiable.

Uso de gotas cicloplejicas

En muchos casos, especialmente en niños y adultos jóvenes, se aplican gotas cicloplejicas para obtener una medición más exacta. Estas gotas relajan temporalmente los músculos del enfoque (acomodación), impidiendo que el ojo compense el defecto durante la exploración.

Gracias a esta técnica, el oftalmólogo puede determinar la graduación real de hipermetropía, incluso cuando el paciente logra enfocar de forma artificial en condiciones normales. Es una prueba totalmente segura, aunque puede causar visión borrosa temporal y sensibilidad a la luz durante unas horas.

Este tipo de diagnóstico es esencial para ajustar correctamente la prescripción de gafas, lentes de contacto o planificar un tratamiento quirúrgico personalizado.

Tratamiento de la hipermetropía

El objetivo es enfocar correctamente la luz sobre la retina para conseguir una visión nítida y sin esfuerzo. La elección del método más adecuado depende del grado de hipermetropía, la edad del paciente y sus necesidades visuales.

Gafas y lentillas

Las gafas son la forma más sencilla y segura de corregir la hipermetropía. Se utilizan lentes convexas (positivas), que desvían los rayos de luz hacia adelante para que se enfoquen sobre la retina. Esta corrección permite ver con claridad los objetos cercanos y reduce la fatiga ocular.

En pacientes que prefieren una opción más estética o práctica, se pueden emplear lentes de contacto, que proporcionan un campo visual más amplio y una visión más natural. Existen lentillas blandas, rígidas o incluso multifocales, adaptadas a cada caso. En niños, las gafas siguen siendo la opción más recomendada por su seguridad y facilidad de uso.

Cirugía refractiva con láser

Es una alternativa eficaz para corregir la hipermetropía de forma permanente y reducir la dependencia de gafas o lentillas. Los procedimientos más utilizados son el LASIK y el PRK (fotoqueratectomía refractiva).

Ambas técnicas remodelan la curvatura de la córnea, aumentando su poder de enfoque para que la luz se dirija correctamente a la retina. El LASIK ofrece una recuperación más rápida y menos molestias postoperatorias, mientras que el PRK es ideal para córneas más delgadas. La elección del método depende del estudio previo de cada paciente, realizado con tecnología de alta precisión.

Lentes intraoculares

En casos de hipermetropías elevadas o cuando el paciente no es candidato para cirugía láser, la mejor alternativa son las lentes intraoculares (ICL o fáquicas). Estas lentes se implantan dentro del ojo, sin extraer el cristalino natural, y corrigen el enfoque de manera precisa y duradera.

Otra opción son las lentes intraoculares multifocales o trifocales, que reemplazan el cristalino en pacientes mayores y permiten enfocar a distintas distancias. Este procedimiento, similar a la cirugía de cataratas, ofrece resultados excelentes en hipermetropías combinadas con presbicia.

Las lentes intraoculares proporcionan una visión estable, de alta calidad y libre de dependencia óptica, siempre bajo una evaluación personalizada y un seguimiento oftalmológico especializado.

Prevención de la hipermetropía en Oftálica

Nuestros especialistas cuentan con tecnología de diagnóstico avanzada que permite identificar el grado exacto de hipermetropía y ofrecer la solución más adecuada para cada paciente: desde gafas y lentillas hasta cirugía refractiva personalizada. Recomendamos realizar una revisión oftalmológica completa al menos una vez al año, tanto en adultos como en niños, incluso cuando no existan síntomas aparentes.

Si notas visión borrosa de cerca, fatiga visual o molestias al leer, no lo dejes pasar. Solicita tu cita en Oftálica y recupera una visión clara, cómoda y sin esfuerzo, con la confianza de estar en manos de un equipo experto en salud ocular.

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