¿Qué es el test de sensibilidad al contraste?

¿Sabrías diferenciar un hilo de coser negro sobre una tela negra? ¿O un texto gris claro sobre fondo blanco? Aquí es donde entra en juego nuestra sensibilidad al contraste, uno de los mejores indicadores de la «calidad real» que tiene nuestra vista. El test que mide esa sensibilidad es una de las pruebas oftalmológicas que más realizamos en nuestra consulta, ya que evalúa la capacidad que tiene el sistema visual para discriminar un objeto del fondo en el que se encuentra situado.

En consulta, la usamos para detectar cambios visuales que pueden pasar desapercibidos en una cartilla estándar. Suele alterarse antes que la agudeza visual en patologías como cataratas, glaucoma, retinopatía diabética o degeneración macular, y también es muy útil para evaluar resultados de cirugías o el rendimiento visual de deportistas y profesionales que trabajan en condiciones de poco contraste.

¿Qué es el test de sensibilidad al contraste?

Es una evaluación clínica que mide cuánta “diferencia de contraste” necesitas para ver un objeto o patrón. No busca letras más pequeñas, sino letras o bandas cada vez más “lavadas” hasta que dejan de percibirse.

El objetivo de los mejores oftalmólogos de España cuando hacen este examen de la vista es generar condiciones de visibilidad comparables a situaciones con poca luz, niebla o resplandor.

¿Para qué sirve la prueba de sensibilidad al contraste?

Antes de profundizar en los usos, conviene destacar que es una medida funcional muy sensible a condiciones reales (noche, niebla, deslumbramiento) y complementa la agudeza visual clásica.

Evaluar enfermedades visuales

Detecta y cuantifica pérdidas tempranas en catarata, glaucoma, degeneración macular o retinopatía diabética, incluso con agudeza visual “normal”.

Controlar la evolución postoperatoria

Después de que un paciente se someta a una cirugía de cataras o refractiva, el testo de sensibilidad al contraste es fundamental para ver las mejores y comparar los resultados entre ojos y lentes. 

Detectar problemas en pacientes con mala calidad de visión

Si notas “visión lavada”, halos o dificultad en baja luz pese a ver 100% en la cartilla, esta prueba ayuda a identificar el motivo. Algunos indicios de falta se sensibilidad de contraste son: 

  • Localizar un vello fino sobre un lavabo blanco vs sobre una toalla oscura.
  • Distinguir el canto del escalón si está señalizado con una franja clara vs todo del mismo color.
  • Ver a un peatón con ropa oscura en una calle poco iluminada vs con chaleco reflectante.

Evaluar a pilotos, conductores o deportistas

Es relevante para tareas críticas en bajo contraste. Aunque muchas licencias aún no la exigen, la literatura sugiere incorporarla a estándares de conducción y aviación por su valor predictivo.

¿Cómo se realiza el test de sensibilidad al contraste?

Existen diferentes metodologías, todas validadas y con buena reproducibilidad si se siguen condiciones de iluminación y distancia estandarizadas.

Tabla de Pelli Robson

Es la más extendida. Presenta tríadas de letras grandes con contraste decreciente por filas. El resultado se expresa en logCS (por ejemplo, 1,80). Es rápida, económica y fiable en clínica diaria.

Test de grating o Gabor patches

Muestran “rejas” o parches de Gabor (bandas claras y oscuras) para medir la función de sensibilidad al contraste por frecuencias espaciales, muy útil en investigación y en evaluar cómo responde el sistema visual a distintos tamaños de detalle.

Sistemas digitales con escalas

Plataformas como MARS o SPARCS permiten evaluación a distancias cortas o en pantallas calibradas y ofrecen puntuaciones comparables entre sesiones, útiles en seguimiento y teleoftalmología.

¿Qué valores se consideran normales?

Como referencia, en Pelli-Robson se considera normal ≈1,72–1,92 logCS en menores de 60 años y ≈1,52–1,76 logCS en mayores de 60. Jóvenes sanos suelen situarse ≥1,80, y mayores sanos alrededor de 1,65. Recuerda que la interpretación debe ajustarse a la edad, a la iluminación y al protocolo usado.

¿Cada cuánto se debe hacer esta prueba?

En revisiones rutinarias, una vez al año es razonable, especialmente si conduces con frecuencia de noche o notas visión “apagada”. En presencia de patologías (glaucoma, DMAE, diabetes), tras cirugías o cambios de tratamiento, conviene repetirla en los controles programados para comparar tendencias. 

Estas recomendaciones se basan en la evidencia de que la sensibilidad al contraste se altera pronto y refleja el desempeño visual cotidiano.

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