Actualmente, una de las patologías oculares que más se sufre en España es el glaucoma. Aproximadamente de un millón de personas se ven afectadas por esta enfermedad, lo que representa cerca del 3% de la población. La cuestión radica en que se estima que solo la mitad de los pacientes diagnosticados con glaucoma son conscientes de su condición. Esto se debe a que, en sus etapas iniciales, el glaucoma no presenta síntomas perceptibles.
Se caracteriza por el daño progresivo del nervio óptico, generalmente asociado con un aumento de la presión intraocular. Este trastorno, si no se trata adecuadamente, puede conducir a la pérdida irreversible de la visión. De hecho, es una de las causas principales de ceguera en el mundo.
Para prevenir el avance del glaucoma, y por tanto, la pérdida total de visión, es muy importante detectarla a tiempo con una prueba rápida e indolora.
Pero, ¿cómo es el día a día de una persona con glaucoma antes de buscar tratamiento?
El testimonio de un paciente con glaucoma
Como paciente con glaucoma, la experiencia de enfrentar esta condición es desafiante y puede ser aterradora. El glaucoma, una enfermedad que afecta el nervio óptico, ha transformado mi perspectiva visual de manera significativa. La forma en que lo describo es que mi visión se ha reducido a un estrecho túnel, donde solo puedo ver lo que está justo frente a mí, pero nada de los laterales.
Cuando hablo de perder campo visual, me refiero a la pérdida gradual de mi visión periférica. Antes, podía captar el mundo que me rodeaba en su totalidad, pero con el tiempo, esa visión periférica se ha ido desvaneciendo lentamente. Es como si me estuviera quedando sin espacio para ver, como si las paredes de mi mundo visual se estuvieran cerrando lentamente.
El glaucoma no es una enfermedad que se pueda tomar a la ligera. Entiendo que es una afección crónica y progresiva que puede llevar a la ceguera si no se trata adecuadamente. Todos los tratamientos a los que me someto, ya sean medicamentos, procedimientos quirúrgicos o terapias, están destinados a ralentizar o detener el avance de la enfermedad. Es una batalla constante para preservar la visión que aún me queda y retrasar cualquier pérdida adicional.
La incertidumbre sobre el futuro de mi visión es abrumadora a veces. Vivo con la constante preocupación de que mi visión pueda empeorar, de que pueda perder incluso más de lo que ya he perdido. Pero también trato de mantener la esperanza y concentrarme en las medidas que puedo tomar para cuidar mis ojos y proteger mi visión. Es un equilibrio delicado entre aceptar la realidad de mi condición y mantener una actitud positiva hacia el futuro.
Es como si me estuviera quedando sin espacio para ver, como si las paredes de mi mundo visual se estuvieran cerrando lentamente.
A medida que mi visión se ve afectada por el glaucoma, me he visto obligado a realizar adaptaciones significativas en mi vida cotidiana. Tareas que antes realizaba sin problemas ahora pueden resultar peligrosas. La necesidad de adaptación se vuelve imperativa para mantener mi independencia y calidad de vida.
Una de las adaptaciones más importantes que he tenido que hacer es incorporar ayudas visuales en mi rutina diaria. Estas pueden incluir lentes especiales, lupas, o incluso dispositivos de aumento electrónicos. Estas herramientas me ayudan a compensar la pérdida de visión y a realizar tareas como leer o trabajar en la computadora de manera más eficiente.
Además, he aprendido a prestar más atención al contraste en mi entorno. Aumentar el contraste entre los objetos y su fondo puede facilitar la identificación de formas y objetos, lo que me permite moverme con mayor seguridad en diferentes entornos. Por ejemplo, ahora prefiero ropa con colores contrastantes para poder distinguir mejor las prendas y evitar confusiones.
Organizar mi espacio de manera más accesible también ha sido crucial. Esto implica mantener los objetos cotidianos en lugares predecibles y ordenados, para evitar tropiezos y facilitar mi movilidad. Etiqueto los elementos importantes y utilizo organizadores táctiles para identificarlos más fácilmente.
En cuanto a las actividades al aire libre, como conducir, he tenido que hacer ajustes importantes. La pérdida de visión periférica hace que sea más difícil detectar los objetos en los costados de la carretera, por lo que ahora conduzco con extrema precaución y limito mis viajes a lugares conocidos y de fácil acceso.
¿Cómo se trata el glaucoma?
Sin el tratamiento adecuado, el glaucoma puede eventualmente causar ceguera. Por lo tanto, es crucial someterse a chequeos oftalmológicos regulares para detectarlo tempranamente.
Afortunadamente, hay varios tratamientos disponibles para controlar el glaucoma:
Trabeculoplastia láser: Esta técnica utiliza un láser para mejorar el drenaje del fluido dentro del ojo. Sin embargo, en muchos casos, aún se requiere el uso continuo de medicamentos para el glaucoma después de esta intervención.
Cirugía convencional: Durante esta operación, el oftalmólogo crea una nueva vía de drenaje para el líquido dentro del ojo. Generalmente, esta cirugía se considera como último recurso cuando otros tratamientos no han sido efectivos. Después de la cirugía, será necesario usar gotas oculares durante varias semanas para prevenir infecciones e inflamaciones.
EPNP (Esclerectomía Profunda No Perforante): Esta técnica implica la creación de un nuevo sistema de drenaje sin perforar el ojo, reduciendo así el riesgo de complicaciones. Es considerada como la técnica preferida por expertos en glaucoma y es realizada solo por especialistas capacitados.
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